Mientras que al otro lado del país, en el océano Pacífico, las playas de Los Ángeles eran rocosas y salvajes: escarpados acantilados se precipitaban sobre las frías olas y el tren de Southern Pacific circulaba por vías paralelas al océano.

“Las autoridades municipales querían convertir Santa Mónica [una de las ciudades costeras] en la Riviera estadounidense”, explica Elsa Devienne, profesora adjunta de Historia en la Universidad de Northumbria, en Reino Unido, autora de un libro sobre la historia de las playas de Los Ángeles.

“Santa Mónica quería establecerse como la ciudad balneario de los ricos y famosos. Estas ciudades playeras tenían grandes ambiciones”.

Las pequeñas extensiones de arena en Santa Mónica y Venice estaban ya muy concurridas por las nuevas familias que habían llegado a la ciudad durante el boom demográfico de los años 20.

“Las playas eran tan estrechas”, continúa Devienne, “que apenas se podía caminar por ellas con la marea alta”. Según sus investigaciones, solían tener entre 22,7 y 30,3 metros de ancho, frente a los 151 metros actuales.

Las autoridades municipales tomaron cartas en el asunto. Decidieron construir una playa más grande.

Transportaron arena de las dunas que existían más al sur, en Playa del Rey, junto a lo que hoy es el extenso Aeropuerto Internacional de Los Ángeles, así como arena del fondo del océano y de un proyecto fallido para crear un puerto deportivo en Santa Mónica. “Pensaron: ‘Quizá podríamos seguir haciendo eso y ampliar las playas y así solucionaríamos nuestro problema de playas abarrotadas’”, dice Devienne.

Entre 1939 y 1957 se vertieron 13,4 millones de metros cúbicos -o más de 5.000 piscinas olímpicas- de sedimentos en la playa de Santa Mónica.

“Jugaron a ser Dios con ese paisaje”, sostiene Devienne. “Los Ángeles ha tenido mucha suerte porque ha funcionado. A día de hoy, siguen teniendo unas playas amplias y preciosas”.

Pero, como señala Devienne, el clima está cambiando y la costa de Los Ángeles se está erosionando. La arena que tan bien ha resistido el paso del tiempo es ahora vulnerable a las marejadas ciclónicas y las inundaciones costeras.

De hecho, el sur de California podría perder entre un tercio y dos tercios de sus playas en 2100 debido a la subida del nivel del mar.

La suerte de esas extensas y amplias playas puede estar agotándose. Y ahí es donde entran en juego las dunas de arena, que antaño salpicaban el litoral de forma natural.

Protección de la naturaleza

Gracias al trabajo de aquellos funcionarios municipales de hace un siglo -y a las prácticas actuales de mantenimiento de playas-, estas son estériles y carecen en gran medida de vida.

Esas largas y planas extensiones de arena que se ven cuando visitas una de las playas de Los Ángeles son así gracias a los pesados tractores que salen al amanecer para limpiar la playa, todas las mañanas.

Se lleva haciendo en la playa de Santa Mónica desde hace más de 70 años. Se utiliza para retirar basura y promover actividades recreativas, como el vóleibol, pero también contribuye a reducir enormemente la biodiversidad: hay menos presas disponibles para las aves playeras y disminuye la riqueza de especies.

Poner fin a este aseo meticulosamente destructivo fue el primer paso de Tom Ford, presidente de la organización local sin ánimo de lucro The Bay Foundation, que ha estado fortificando la playa mediante la restauración de dunas de arena.

F: BBC NEWS mundo

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