El belga se exhibió camino del inédito Cruz de Linares para su tercera victoria de etapa. Por detrás, el Jumbo aclaró sus intenciones: el elegido para ganar en Madrid es el estadounidense

En esta Vuelta del sopor que provoca la tiranía del Jumbo Visma, del único morbo de cómo se repartirán el botín, nadie como Remco Evenepoel. La bravura de un tipo que honra a la ronda española, que remonta aquel día aciago en el que lo perdió todo camino del Tourmalet con más hambre, con objetivos renovados, con la ambición del que ni se le pasó por la cabeza abandonar. En el inédito puerto de La Cruz de Linares, en el corazón de Asturias, otra exhibición, un triunfo en solitario, el tercero en esta Vuelta, el 50 de su carrera a los 23 años.

Corajudo también Mikel Landa, que será gregario de Remco en el próximo Tour, otro que apuesta por el rock and roll, aunque sea por las migajas de un cuarto puesto, de ser el mejor español. Como en el Angliru, el alavés puso al Bahrain -especialmente al poderoso Wout Poels– a darlo todo, a no conformarse. Pero a él no le acompañan las fuerzas, ni tampoco a Juan Ayuso ni a un Enric Mas que confiesa sin rubor que no puede más, ni a nadie que no vista de amarillo y negro. Cualquier intento fue atajado por un Jonas Vingegaard con una abrumadora sensación de superioridad. Pero el doble ganador del Tour no va a ganar esta Vuelta: este jueves avanzó que será un regalo para su gregario más fiel.

Justo lo que no quería Sepp Kuss: un regalo. Pero el estadounidense, el preferido de todos, sale de rojo de Asturias y ya sólo la sierra de Madrid y esa etapa llena de trampas del sábado le separa de la historia. En los arreones de Landa a su rescate fue Vingegaard, los papeles cambiados, los favores futuros. Y mientras, Primoz Roglic a la expectativa, el tercero en discordia.

Incluso el danés se dejó unos segundos en meta (9) tras el único acelerón final de Enric Mas. Así que ni las bonificaciones amenazan ya al sonriente Kuss. «Es bonito poder devolverle algo después de todo el trabajo que ha hecho por nosotros», admitió la tregua Jonas en la cima. «El equipo ha decidido que Kuss gane la Vuelta. Tengo sentimientos encontrados», protesta Roglic. Y ese amago de polémica explica todo, lo que está ocurriendo y lo que está por venir en la escuadra neerlandesa.

Tras dos etapas relámpago de poco más de 120 kilómetros, la del jueves rozaba los 180, pero durante 150 apenas ocurrió nada. El sopor. El Jumbo (y el resto) decidieron que lo mejor era dejar libertad a la escapada, en la que, por supuesto, estaría Remco Evenepoel. Y más adelante ya veremos. Y si no ocurría nada, pues mejor.

La ventaja, mientras consumían puertos los 13 valientes compañeros de Remco (entre ellos, Egan Bernal e Imanol Erviti, único español), aumentó hasta límites inauditos (casi los 12 minutos). Y en la primera de las ascensiones a la Cruz de Linares ya nadie pudo resistir el poderío del belga, ni Damiano Caruso ni el joven Max Poole. En solitario Evenepoel hasta el final. Bravísimo.

F:ELMUNDO

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