Dado que 2023 fue el año más cálido, las elevadas temperaturas llevaron a prolongar las sequías

Ecuador enfrenta una de las peores sequías de su historia, lo que ha desencadenado una crisis energética sin precedentes y pone en evidencia la falta de mantenimiento en las centrales hidroeléctricas y por ende la generación de energía.

Aunque el Gobierno promete que, con las medidas que se implementan, “ya no debería haber apagones en diciembre” (Presidente Daniel Noboa en entrevista con TC Televisión) los eventos de sequía extrema que hemos atravesado serán más recurrentes durante los siguientes años. Así lo asegura el Instituto Nacional de Meteorología e Hidrología (Inamhi).

El instituto explica que el reflejo de esta crisis ambiental es el cambio climático. En Ecuador es la peor sequía de las últimas seis décadas, lo que ha provocado falta de agua, aumento de temperaturas, e incendios forestales.

“Nos debemos a lo que sucede en la cuenca Amazónica y enfrenta igualmente una crisis”, dijo a este diario Guillermo Flores, analista de pronósticos. Agregó que pese a que ha ingresado humedad ocasional de la Amazonía, “no es suficiente la oferta como para que se normalice la situación de la sequía”.

Explicó que cuando sucede El Niño (un fenómeno de calentamiento) se seca la Amazonía. El que se ha presentado este año es parte del que se registró en 2023.

De hecho, un informe de la Organización Meteorológica Mundial (OMM) publicado recientemente revela la creciente escasez y estrés que afecta a los recursos hídricos mundiales. Advierte que el año anterior fue el más seco para los ríos en más de tres decenios.

Ello ha llevado a un aumento global de las temperaturas, cambio en los patrones de vientos y precipitaciones en diferentes partes del mundo. “Ese comportamiento es el que hoy vemos reflejado”, añadió Flores.

“Lo que el cambio climático nos indica es que estos eventos (de sequía) serán más recurrentes durante los siguientes años y serán más extremos. En el futuro se esperan sequías igual o más fuertes”, insistió.

Dicho informe de OMM aporta que en los últimos cinco años consecutivos, los flujos fluviales han sido muy inferiores a los normales, y los flujos de entrada a los embalses han seguido una pauta similar.

Con pocas precipitaciones no se soluciona el problema

Mencionó que, desde su postura, en el Instituto es difícil “aventurarse a decir que se solucionará a corto o a largo plazo ya que todo cambia. Tomar decisiones en un escenario de incertidumbre no es lo adecuado”.

Subrayó que el Inamhi ha sido claro en todos los aspectos, referente al pronóstico. “No nos arriesgarnos a decir que (con las lluvias) ya se soluciona o se solucionará el problema. Tenemos un déficit que no se va a cubrir con uno o dos días de lluvia. Necesitamos muchos días”.

 

F: METRO

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