Si bien las mujeres son las principales responsables por la elaboración de los alimentos, el cuidado y las tareas agrícolas, las estructuras tradicionales de género obstaculizan su derecho a la propiedad de la tierra, limitan su acceso a los recursos naturales y las excluyen de la participación y de la toma de decisiones sobre cuestiones ambientales.

Desde el año 2020, la riqueza conjunta de los cinco hombres más ricos del mundo se duplicó, mientras que la riqueza de alrededor de 5000 millones de personas disminuyó. Según el informe anual sobre desigualdad global de OXFAM Internacional presentado en el Foro Económico Mundial de Davos, la riqueza extrema se acumula geográficamente y está disponible sólo para una reducida minoría: casi 70% de la riqueza se concentra en el Norte global y es masculina. Y es que los hombres poseen 105 billones de dólares más de riqueza que las mujeres, lo que equivale a más de cuatro veces el tamaño de la economía de Estados Unidos.

La desigualdad de género, que crece de forma descontrolada cada año, se agrava en el contexto de la actual crisis ambiental. Hoy, el poder empresarial, mayoritariamente occidental, masculino y responsable por las emisiones de gases de efecto invernadero, aumenta el riesgo de colapso climático y profundiza las injusticias que caracterizan a nuestras sociedades.

Las mujeres son más pobres que los hombres

De acuerdo con las Naciones Unidas, a nivel global las mujeres enfrentan múltiples formas de desigualdad y discriminación: son más pobres que los hombres; tienen los empleos más precarios y peor remunerados; sufren explotación, abusos y violencia sistémica; realizan la mayor parte del trabajo doméstico y de cuidados de forma no remunerada; tienen menos acceso a la educación y la salud; están subrepresentadas en todas las esferas de poder político y económico, y suelen verse excluidas de la toma de decisiones. En esta línea, el informe Desigualdades S.A. de OXFAM visibiliza un escenario desolador donde el hambre, las extremas desigualdades, la explotación laboral y diversas penurias caracterizan el día a día de gran parte de la población mundial y se agravan en base al género.

Pese a los avances en materia de igualdad de los últimos años, ONU Mujeres y el Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de las Naciones Unidas (UNDESA) estiman que, al ritmo actual 340 millones de niñas y mujeres vivirán en la pobreza extrema en 2030. Además, una de cada cuatro mujeres y niñas pasará hambre o deficiencia alimentaria.

Además, las mujeres y niñas sufren los impactos del cambio climático de forma desproporcionada, según la Secretaría de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático. Como ejemplo, las mujeres constituyen el 80% de los desplazamientos forzados asociados con el cambio climático y experimentan con mayor agudez fenómenos como el hambre, la violencia, la exclusión y la explotación sexual en contextos de desastres.

Y si bien las mujeres son las principales responsables por la elaboración de los alimentos, el cuidado y las tareas agrícolas, las estructuras tradicionales de género obstaculizan su derecho a la propiedad de la tierra, limitan su acceso a los recursos naturales y las excluyen de la participación y de la toma de decisiones sobre cuestiones ambientales.

En este proceso, las mujeres son parte de la solución y tienen un papel fundamental en la lucha contra el cambio climático y las inequidades exacerbadas por la crisis ambiental. De ahí que, para salvar el planeta, es prioritario visibilizar su papel, promover la igualdad de género en todas las dimensiones, y alcanzar su representación y participación plena en la toma de decisiones.

 

F.El Universo

#RadioGuayaquil #RG1320AM #NoticiasRGuayaquil #RadioGuayaquilBabahoyo

Deja una respuesta