«Por favor, no me abandonen», clamaba una mujer que fue rescatada el domingo de entre los escombros que dejó un enorme alud en Alausí (Chimborazo – Ecuador), donde los rescatistas encontraron sepultadas a siete personas, presumiblemente de una misma familia, que murieron fundidas en un abrazo eterno.
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Boca abajo, con el hombro derecho fracturado y el brazo destrozado por la losa que le cayó encima, Miriam Gavilanes, de unos 45 años, estaba atrapada entre escombros de un primer piso de una casa de tres, que se había derrumbado sobre ella cuando ocurrió el corrimiento de miles de toneladas de tierra.
Allí, en la zona baja del barrio Nuevo Alausí, los bomberos de la localidad habían apuntalado la vivienda donde estaba Miriam, antes de que llegue el teniente Pablo Morocho, del Cuerpo de Bomberos de la provincia de Cañar, para asumir el mando de labores de rescate.
Morocho comentó este miércoles a EFE que Miriam también tenía los pies atrapados por mesas, hierros de ventanas y otras cosas, pero nunca perdió la conciencia.
«En todo momento estuvo consciente, estaba conversando conmigo», relató el teniente que recuerda con claridad el ruego insistente: «Por favor, no me abandonen».
La mujer les aseguraba que si levantaban la losa y liberaban su brazo podía salir por su cuenta, pero una vez que lograron quitar el pesado material, constató que no sentía las piernas que estaban aplastadas.
El hombro «estaba fracturado, pero todo el brazo estaba completamente despedazado, solamente se veía un poco los dedos, pero lo demás ya desprendido completamente. Le junté toda la parte de los músculos y le vendé para que la señora no se impresione», relató.
«Solamente se enfocaba en que no le dejemos sola, que le ayudemos, que por favor solo quiere que le liberen el hombro, no decía más. Repetidamente decía que no le abandone, que no le deje ahí», recuerda el teniente que encontró a la mujer a unos diez metros de la puerta de entrada de la vivienda.

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